



Descubre el sistema que utilizan para crecer de forma constante, atraer pacientes ideales y posicionarse como el referente de su ciudad. Sin depender de descuentos ni promociones.
Es más sencillo de lo que probablemente imaginas y lo puedes comprobar en este momento.
Asegura un flujo constante y predecible de pacientes comprometidos con su salud que buscan calidad, NO descuentos.
Te diferencia de la competencia y te posiciona cómo el referente de tu zona. Dejarás de competir en precio.
Valida, organiza y da control real a tu clínica.
-caos, -estrés, +control, +tranquilidad.
Aumenta el ratio de aceptación de tratamientos, el ratio de pacientes que se presentan a la visita y el ratio de retención.
Mejora la rentabilidad de la clínica sin comprometer la ética ni la experiencia del paciente.
Te devuelve tiempo y claridad, delegando sin perder control ni calidad.
Pero aquí estás:
comiendo tarde, apagando fuegos y con la cabeza a mil.
Y sí, estoy seguro de que eres excelente en lo tuyo.
Brillante.
Pero por muy bueno que seas con los implantes,
todo eso queda en segundo plano si los pacientes
ni siguiera saben que existes.
Y los que llegan a tu clínica,
lo primero que notan es el caos:
Una recepción desbordada,
tú con prisa,
el teléfono sonando…
Todo el equipo disimula pero el paciente lo nota:
descontrol,
estrés,
tensión.
No es falta de esfuerzo,
es falta de sistema.
Y créeme, ya he escuchado a tus colegas…
“la gente no quiere trabajar”
“ya no se encuentra personal bueno”
“los precios de la competencia”
“la chica de recepción…”
“el verano”
“el puente de San no sé qué”
Pero NO.
El problema no es nada de eso.
El problema es que solamente estás tú
para controlarlo TODO.
Y si la clínica depende de ti para que todo funcione,
no tienes un negocio...
TIENES UN DOLOR DE MUELAS.
Uno de esos que no se pasa con un ibuprofeno.
Uno que solo se cura yendo a la raíz.
Marketing, ventas, gestión, equipo…
¿En qué momento te convertiste en dentista,
director, community manager y psicólogo a la vez?
Esto tiene arreglo.
Pero no con más trabajo.
Ni con más horas.
Te hablo de montar un sistema REAL de captación y gestión.
Uno que funcione incluso cuando tú no estás mirando.
Uno que atraiga pacientes buenos de verdad, organice tu clínica
y te dé algo que hace mucho que no tienes:
AIRE
Sí, aire.
Tiempo
Tranquilidad
VIDA
Porque si no puedes ni respirar…
¿Qué sentido tiene todo esto?
MIRA.
No pretendo convencerte de nada.
Solo compartir contigo mi experiencia y
mostrarte que hay otra forma.
Si lo que has leído resuena contigo
y crees que podría tener sentido para tu clínica,
puedes dejar tu contacto aquí abajo.
Te enviaré más información y, si quieres, lo hablamos.
Sin compromiso.
Así de simple.
Descubre el sistema que utilizan para crecer de forma constante, atraer pacientes ideales y posicionarse como el referente de su ciudad. Sin depender de descuentos ni promociones.
Deja de depender del boca a boca, toma el control de tu clínica y vuelve a tener tiempo para ti.
Asegura un flujo constante y predecible de pacientes comprometidos con su salud
que buscan calidad, NO descuentos.
Te diferencia de la competencia y te posiciona cómo el referente de tu zona.
Dejarás de competir en precio.
Valida, organiza y da control real a tu clínica.
-caos, -estrés, +control, +tranquilidad.
Aumenta el ratio de aceptación de tratamientos, el ratio de pacientes que se presentan a la visita y el ratio de retención.
Mejora la rentabilidad de la clínica sin comprometer la ética ni la experiencia del paciente.
Te devuelve tiempo y claridad,
delegando sin perder control ni calidad.
Pero aquí estás:
comiendo tarde, apagando fuegos y
con la cabeza a mil.
Y sí, estoy seguro de que
eres excelente en lo tuyo.
Brillante.
Pero por muy bueno que seas poniendo implantes, todo eso queda en
segundo plano si los pacientes ni siquiera
saben que existes.
Y los que llegan a tu clínica... lo primero
que notan es el caos:
Una recepción desbordada,
tú con prisa,
el teléfono sonando…
Todo el equipo disimula pero
el paciente lo nota...
descontrol,
estrés,
tensión.
No es falta de esfuerzo,
es falta de sistema.
Y créeme, ya he escuchado a tus colegas…
“la gente no quiere trabajar”
“ya no se encuentra personal bueno”
“los precios de la competencia”
“la chica de recepción…”
“el verano”
“el puente de San no sé qué”
Pero NO.
El problema no es nada de eso.
El problema es que solamente estás tú
para controlarlo TODO.
Y si la clínica depende de ti
para que todo funcione,
no tienes un negocio...
TIENES UN DOLOR DE MUELAS.
Uno de esos que no se pasa con un ibuprofeno.
Uno que solo se cura yendo a la raíz.
Marketing, ventas, gestión, equipo…
¿En qué momento te convertiste en dentista,
director, community manager y psicólogo a la vez?
Esto tiene arreglo.
Pero no con más trabajo.
Ni con más horas.
Te hablo de montar un sistema REAL
de captación y gestión.
Uno que funcione incluso cuando tú no estás mirando.
Uno que atraiga pacientes buenos
de verdad, organice tu clínica y
te dé algo que hace mucho que
no tienes:
AIRE
Sí, aire.
Tiempo
Tranquilidad
VIDA
Porque si no puedes ni respirar…
¿Qué sentido tiene todo esto?
MIRA.
No pretendo convencerte de nada.
Solo compartir contigo mi experiencia y
mostrarte que hay otra forma.
Si todo esto resuena contigo y crees
que podría tener sentido para tu clínica,
puedes dejar tu contacto aquí abajo.
Te enviaré más información y, si quieres, lo hablamos.
Sin compromiso.
Así de simple.
Fase 1
Me siento contigo
Entiendo tu clínica, tu situación y tus objetivos.
Y te digo la verdad: si no creo que pueda ayudarte, no seguimos.
Fase 2
Diseño un plan a medida
Nada de plantillas.
Adapto el sistema a lo que tú necesitas.
Fase 3
Lo pongo en marcha.
Embudos, anuncios, mensajes, protocolos… todo.
Y te explico cada paso para que tengas el control.
Fase 4
Mido, ajusto y escalo.
Lo que funciona, lo mejoro.
Lo que no, lo cambio.
Y ves crecer tu clínica, mes a mes.
Estás a 4 pasos de tus metas...
Con productos o servicios de dudosa reputación. Solo ayudo a clínicas que ofrecen un valor real a sus pacientes.
Que prefieren atraer pacientes a través de precios bajos, ofertas y promociones.
Que no están abiertas a un cambio de mentalidad o estrategia.
Que prefieren ser una opción más entre muchas.
Que prefieren seguir trabajando bajo estrés que tomar el control y recuperar su tiempo.
Clínicas comprometidas con la calidad y la excelencia en el servicio.
Clínicas que buscan un flujo constante y predecible de pacientes comprometidos con su salud.
Equipos que quieren orden, claridad y sistemas que funcionen.
Clínicas que quieren desmarcarse de la competencia y destacar como referentes en su comunidad.
Clínicas que están dispuestas a invertir en su reputación y en un crecimiento sostenido.
Equipos que valoran su tiempo y quieren tener más vida fuera de la clínica.
Nunca gané concursos de jóvenes emprendedores.
Ni levanté una StarUp desde el garaje.
Ni he dormido en el coche...
bueno sí, pero eso es otra historia.
Lo mío es más terrenal.
Era ese niño que no podía estar quieto.
Que los profes decían:
“Es muy bueno, pero no se concentra”
-Traducción: un culo inquieto con cabeza propia-
MENTIRA,
claro que me concentraba.
Pero solo en lo que me interesaba:
el deporte, moverme, competir…
y, para qué mentir,
las chicas.
El colegio me aburría.
Me costaba entender qué sentido tenía aprender
quienes fueron los Visigodos y por qué
nos tenían todo el día sentados.
Lo mío era el cuerpo en movimiento,
no el culo en la silla.
De ahí que acabase estudiando
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
¿Lógico, no?
Pero aquí viene el giro que nadie vio venir
(ni si quiera yo):
Mientras me sacaba la carrera, me empecé
a obsesionar con algo que no tenía nada que ver
con el entrenamiento ni con la biomecánica:
El marketing.
Las ventas.
La psicología detrás de por qué decimos que sí (y que no).
Y cuando digo obsesionar, no hablo de ver un
par de vídeos en YouTube.
Hablo de devorar libros.
Probar.
Cagarla.
Volver a probar.
Un FRIKI de verdad.
Y en medio de ese viaje, llegó lo que hoy es el
corazón de mi negocio:
Mi madre.
Mi madre, odontóloga, con su clínica,
con sus problemas de agenda,
pacientes que entran, pacientes que no llegan,
mil frentes y cero tiempo para respirar.
Así que, como hijo, me metí a ayudar.
Y como marketero, me puse a investigar.
Clínicas invisibles.
Agendas atascadas.
Doctores agobiados.
Gente brillante atrapada en el caos.
Y pensé:
“Aquí hay algo que no cuadra.
Tiene que haber otra manera.”
Spoiler: la hay.
Después de prueba y error
(más error que prueba, si te soy sincero),
creé un sistema.
Un sistema que AYUDA a clínicas dentales a crecer
con pacientes de calidad sin tirar de descuentos cutres
ni depender del dichoso boca a boca.
Un sistema que le devuelve al odontólogo
algo más valioso que el dinero:
Su tiempo.
Sí, ese tiempo para estar con sus hijos.
O irse un fin de semana sin mirar el móvil cada media hora.
O simplemente no vivir quemado.
No soy coach.
No vendo humo.
No tengo la fórmula mágica.
Tengo algo mejor: un sistema probado, simple y que funciona.
Y NO,
no soy especial.
Solo soy un tipo un poco despistado, algo nervioso,
que se enamoró del marketing,
que decidió ayudar a su madre,
y que hoy ayuda a muchos más como ella.
Si quieres que hablemos, hablamos.
Si no, que tengas un buen día.
Gracias por llegar hasta aquí.
Ahora depende de ti.
Con productos o servicios de dudosa reputación. Solo ayudo a clínicas que ofrecen un valor real a sus pacientes.
Que prefieren atraer pacientes a través de precios bajos, ofertas y promociones.
Que no están abiertas a un cambio de mentalidad o estrategia.
Que prefieren ser una opción más entre muchas.
Que prefieren seguir trabajando bajo estrés que tomar el control y recuperar su tiempo.
Clínicas comprometidas con la calidad y la excelencia en el servicio.
Clínicas que buscan un flujo constante y predecible de pacientes comprometidos con su salud.
Equipos que quieren orden, claridad y sistemas que funcionen.
Clínicas que quieren desmarcarse de la competencia y destacar como referentes en su comunidad.
Clínicas que están dispuestas a invertir en su reputación y en un crecimiento sostenido.
Equipos que valoran su tiempo y quieren tener más vida fuera de la clínica.
Nunca gané concursos de jóvenes emprendedores.
Ni levanté una StarUp desde el garaje.
Ni he dormido en el coche...
bueno sí, pero eso es otra historia.
Lo mío es más terrenal.
Era ese niño que no podía estar quieto.
Que los profes decían:
“Es muy bueno, pero no se concentra”
-Traducción: un culo inquieto con cabeza propia-
MENTIRA,
claro que me concentraba.
Pero solo en lo que me interesaba:
el deporte, moverme, competir…
y, para qué mentir,
las chicas.
El colegio me aburría.
Me costaba entender qué sentido tenía aprender
quienes fueron los Visigodos y por qué
nos tenían todo el día sentados.
Lo mío era el cuerpo en movimiento,
no el culo en la silla.
De ahí que acabase estudiando
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
¿Lógico, no?
Pero aquí viene el giro que nadie vio venir
(ni si quiera yo):
Mientras me sacaba la carrera, me empecé
a obsesionar con algo que no tenía nada que ver
con el entrenamiento ni con la biomecánica:
El marketing.
Las ventas.
La psicología detrás de por qué decimos que sí (y que no).
Y cuando digo obsesionar, no hablo de ver un
par de vídeos en YouTube.
Hablo de devorar libros.
Probar.
Cagarla.
Volver a probar.
Un FRIKI de verdad.
Y en medio de ese viaje, llegó lo que hoy es el
corazón de mi negocio:
Mi madre.
Mi madre, odontóloga, con su clínica,
con sus problemas de agenda,
pacientes que entran, pacientes que no llegan,
mil frentes y cero tiempo para respirar.
Así que, como hijo, me metí a ayudar.
Y como marketero, me puse a investigar.
Clínicas invisibles.
Agendas atascadas.
Doctores agobiados.
Gente brillante atrapada en el caos.
Y pensé:
“Aquí hay algo que no cuadra.
Tiene que haber otra manera.”
Spoiler: la hay.
Después de prueba y error
(más error que prueba, si te soy sincero),
creé un sistema.
Un sistema que AYUDA a clínicas dentales a crecer
con pacientes de calidad sin tirar de descuentos cutres
ni depender del dichoso boca a boca.
Un sistema que le devuelve al odontólogo
algo más valioso que el dinero:
Su tiempo.
Sí, ese tiempo para estar con sus hijos.
O irse un fin de semana sin mirar el móvil cada media hora.
O simplemente no vivir quemado.
No soy coach.
No vendo humo.
No tengo la fórmula mágica.
Tengo algo mejor: un sistema probado, simple y que funciona.
Y NO,
no soy especial.
Solo soy un tipo un poco despistado, algo nervioso,
que se enamoró del marketing,
que decidió ayudar a su madre,
y que hoy ayuda a muchos más como ella.
Si quieres que hablemos, hablamos.
Si no, que tengas un buen día.
Gracias por llegar hasta aquí.
Ahora depende de ti.

